viernes, 5 de abril de 2013

NORTE DE CASTILLA

Al cielo lo que es del cielo


 
MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ
27/03/2013
La Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad Dolorosa celebra la Procesión de los Cinco Misterios con el Cristo de la Esperanza dentro de la iglesia de Santa Eulalia.
 
Pasaban las ocho cuando abrieron la puerta. Fuera, hacía tiempo que esperaban un centenar largo de fieles, bajo la lluvia inmisericorde. Personas mayores, de mediana edad, jóvenes y algunos niños que ya sabían que los Cinco Misterios no tendrían procesión, casi todos. Algunas mujeres preguntaron cuando llegaron a quienes esperaban desde antes de las siete y media. La mayoría lo había oído en la radio: la procesión sería estática, en el interior de la iglesia de Santa Eulalia. Pero antes de las ocho no dejaron entrar a nadie, solo a las autoridades -el alcalde, Pedro Arahuetes, y varios concejales-, los cofrades y los componentes de la banda de cornetas y tambores. La cuadrilla de costaleros de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad Dolorosa y Cofradía del Recogimiento tenía que ajustarse las fajas, morcillas y costales y prepararse para mover el enorme trono del Cristo de la Esperanza. Y cuando abrieron de par en par el portón del templo, unos minutos después de la hora señalada, el mar de paraguas que
cercaba la entrada se precipitó sobre las escaleras del pórtico, el aroma del incienso inundó el aire cargado de humedad y la gente, poco a poco, entre apreturas, fue entrando.

El público avanzó por las naves  laterales y rodeó la carroza con algo de barullo. El encargado de la megafonía pidió silencio y recordó que la procesión, aun en el interior, era un acto religioso. Los costaleros, resignados a no salir, ya estaban preparados debajo del paso, colocado en medio de la nave central entre la primera y la segunda columna. La talla del Cristo de la Esperanza, de autor desconocido del siglo XVII, no tiene nada que envidiar a muchas también barrocas que desfilan en las multitudinarias procesiones andaluzas, solo que está menos adornada. Con varias docenas de claveles a los pies de la cruz y un enorme cirio en cada esquina del paso, lo que más llama la atención de la escultura es el cabello natural que probablemente le puso el autor anónimo, pues los faldones que visten el trono son también austeros, de terciopelo grana con ribetes dorados.

En el templo resonaba todavía el murmullo de la gente cuando el capataz encomendó a la cuadrilla dar «al cielo lo que es del cielo», casi a la vez que dio la llamada con tres golpes del martillo. Prestos a cumplir la orden, otro golpe en el llamador y, con un seco movimiento, los costaleros alzaron el paso en la primera 'levantá'. Y atronaron los tambores, y después las cornetas de la banda de la hermandad, mientras el público irrumpía en aplausos. Una forma de compensar los esfuerzo, el de esta 'levantá', el del pasado viernes y los realizados durante los ensayos en los que, durante semanas, prepararon la salida hasta la Catedral con la Procesión de los Cinco Misterios.

Un año más, la hermandad de la parroquia de Santa Eulalia no pudo hacer el recorrido completo, ni siquiera como en la pasada Semana Santa hasta la plaza de Somorrostro. Y, sin embargo, la expectación fue grande y durante la liturgia hubo dos decenas de personas que contemplaron todo desde fuera de la iglesia, bajo la marquesina del pórtico, quizá el mejor lugar para ver todos los movimientos al estar más elevado.

Segunda 'levantá'.  El capataz alza la voz, «¡ánimo valientes, al cielo con él!», y la cuadrilla alza de nuevo el paso. El ligero balanceo del trono, y el de la melena del Cristo, acompasados a los movimientos de los costaleros y a la música de la banda, emocionaron a los fieles. Más todavía en los dos pasos atrás y los cuatro hacia delante, casi hasta rozar la gran lámpara de cristal que impuso el límite.

Los esfuerzos valieron la pena, vencieron a la lluvia. Pero la hermandad tendrá que esperar un año para que la Procesión de los Cinco Misterios pueda ser posible con el recorrido que comenzó a hacer en 2004, hasta la Catedral, con el Cristo de la Esperanza y el Cristo de la Juventud. Sus deseos están puestos ahora en el traslado del Jueves Santo de la imagen de la Soledad Dolorosa que mira al cielo. Como los cofrades.

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